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jueves, 26 de julio de 2012

El estrés y el chaca chaca


Un enemigo mortal del ejercicio pleno de la sexualidad es el mal estrés, ya sea por sus manifestaciones propias (tensión, mal humor, cansancio, desinterés, irritabilidad, impaciencia) como por su incidencia negativa en la salud general. La entrega que requiere un acto sexual satisfactorio es difícil, si no imposible, con un malestar físico o un estado de ánimo negativo. Por otra parte, des de un ángulo puramente fisiológico, durante la respuesta adaptativa a otras demandas, se produce una baja de los niveles de andrógenos y estrógenos. 

 Las manifestaciones del estrés no se limitan a la tensión nerviosa o a la gastritis. De hecho, una de las más características es, precisamente, la disfunción sexual. Cuando alguien tiene en claro que la situación –económica, afectiva, laboral- lo desborda, incluso es preferible que no intente tener una relación; el riesgo va más allá de una falla accidental porque, como sabemos, ésta misma es desencadenante de otras y capaz de instalar la idea de un problema insuperable.

 Ni pensar en “usar” el sexo como sustituto de otras carencias, porque lo más probable es que conduzca al fracaso. Hacer el amor consuela, anima, relaja y muchas cosas más, pero no si se practica a la fuerza, sin hacer prevalecer el deseo. Ninguno de los elementos que suelen estar presentes en un cuadro distrés (depresión, ansiedad, angustia) es, precisamente, un motor de la libido. Ni hablar de los malestares corporales que suelen acompañar al estrés o la presencia de síntomas de pánico o burnout. Univi